Roberto Bolaño es de los escasos autores a los que la literatura debe más que otorga a cambio. Muerto en 2003 con 50 años y una primavera, se consagró como escritor en los años 90, tras largas décadas de marginación intelectual y vital, de permanecer en una derrota continua apenas maquillada por el éxito y reconocimiento finales, con sabor póstumo.
Los detectives salvajes es una ingente obra sobre las continuas derrotas, desapariciones, frustraciones, espejismos, ilusiones que son necesarias para vivir pero que están huecas de sentido y carecen de punto de llegada.
Novela que mezcla el diario, la novela policíaca, el libro de viajes, la crónica, los testimonios de una oceánica masa de personajes secundarios, se revela como una de las grandes creaciones de finales del siglo XX. Las referencias serán dos poetas marginales de México DF, Ulises Lima y Arturo Belano, que se embarcarán en una búsqueda imposible para ser a la vez buscados.
En un eje cronológico de 20 años, recordando al tango, que nadie espera nada más que rastros borrados y recuerdos borrosos. Y la mejor literatura para contarlos.
Valga una frase:
"Yo también, llegado el momento, dejé de escribir y de leer poesía. A partir de entonces mi vida discurrió por los cauces más grises que uno pueda imaginarse".
domingo, 14 de enero de 2007
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