Aunque no sepas inglés...
viernes, 26 de enero de 2007
sábado, 20 de enero de 2007
Harún y el mar de las historias.
Roto este año, con Orhan Pamuk, el tradicional perfil del ganador del Nobel de Literatura como hombre o mujer en su ocaso vital, desde aquí solicitamos que, a la mayor brevedad posible, el galardón recaiga sobre el escritor angloindio Salman Rushdie, uno de los grandes que continúa escribiendo maravillas a pesar de todo el dramático revuelo causado por los Versos Satánicos hace casi veinte años.
Un año después de la polémica, en 1990, Rushdie publica su primer libro postVersosSatánicos, y sorprende con un relato infantil cargado de un poderoso elenco de metáforas y generando unos lugares inventados sorprendentemente posibles y cercanos.
Harún y el mar de las historias, en sus menos de doscientas páginas, despliega todo un mundo de matices y de personajes simplemente geniales bajo una dinámica de conflicto entre el silencio y la palabra, las sombras y la luz.
El niño protagonista buscará por todos los medios que su padre, narrador apasionado y torrencial en una sociedad triste que ha perdido la fuente de las historias, recupere la capacidad de contar. Eso le llevará al lugar en el que las historias se generan y en el que están amenazadas por una mortal contaminación de silencio.
La confrontación entre ambas dimensiones, de carácter épico pero también cotidiano, será toda una aventura.
Cómo no ver paralelismos con la vida de Rushdie, amenazada por haber usado la palabra.
En fin, imprescindible.
P.S. Señores de la Academia Sueca, ya están tardando.
Un año después de la polémica, en 1990, Rushdie publica su primer libro postVersosSatánicos, y sorprende con un relato infantil cargado de un poderoso elenco de metáforas y generando unos lugares inventados sorprendentemente posibles y cercanos.
Harún y el mar de las historias, en sus menos de doscientas páginas, despliega todo un mundo de matices y de personajes simplemente geniales bajo una dinámica de conflicto entre el silencio y la palabra, las sombras y la luz.
El niño protagonista buscará por todos los medios que su padre, narrador apasionado y torrencial en una sociedad triste que ha perdido la fuente de las historias, recupere la capacidad de contar. Eso le llevará al lugar en el que las historias se generan y en el que están amenazadas por una mortal contaminación de silencio.
La confrontación entre ambas dimensiones, de carácter épico pero también cotidiano, será toda una aventura.
Cómo no ver paralelismos con la vida de Rushdie, amenazada por haber usado la palabra.
En fin, imprescindible.
P.S. Señores de la Academia Sueca, ya están tardando.
domingo, 14 de enero de 2007
Los detectives salvajes.
Roberto Bolaño es de los escasos autores a los que la literatura debe más que otorga a cambio. Muerto en 2003 con 50 años y una primavera, se consagró como escritor en los años 90, tras largas décadas de marginación intelectual y vital, de permanecer en una derrota continua apenas maquillada por el éxito y reconocimiento finales, con sabor póstumo.
Los detectives salvajes es una ingente obra sobre las continuas derrotas, desapariciones, frustraciones, espejismos, ilusiones que son necesarias para vivir pero que están huecas de sentido y carecen de punto de llegada.
Novela que mezcla el diario, la novela policíaca, el libro de viajes, la crónica, los testimonios de una oceánica masa de personajes secundarios, se revela como una de las grandes creaciones de finales del siglo XX. Las referencias serán dos poetas marginales de México DF, Ulises Lima y Arturo Belano, que se embarcarán en una búsqueda imposible para ser a la vez buscados.
En un eje cronológico de 20 años, recordando al tango, que nadie espera nada más que rastros borrados y recuerdos borrosos. Y la mejor literatura para contarlos.
Valga una frase:
"Yo también, llegado el momento, dejé de escribir y de leer poesía. A partir de entonces mi vida discurrió por los cauces más grises que uno pueda imaginarse".
Los detectives salvajes es una ingente obra sobre las continuas derrotas, desapariciones, frustraciones, espejismos, ilusiones que son necesarias para vivir pero que están huecas de sentido y carecen de punto de llegada.
Novela que mezcla el diario, la novela policíaca, el libro de viajes, la crónica, los testimonios de una oceánica masa de personajes secundarios, se revela como una de las grandes creaciones de finales del siglo XX. Las referencias serán dos poetas marginales de México DF, Ulises Lima y Arturo Belano, que se embarcarán en una búsqueda imposible para ser a la vez buscados.
En un eje cronológico de 20 años, recordando al tango, que nadie espera nada más que rastros borrados y recuerdos borrosos. Y la mejor literatura para contarlos.
Valga una frase:
"Yo también, llegado el momento, dejé de escribir y de leer poesía. A partir de entonces mi vida discurrió por los cauces más grises que uno pueda imaginarse".
viernes, 5 de enero de 2007
Nieve.
El silencio de la nieve, pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús. Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve.
Orhan Pamuk. Nieve (2001).
A una perdida ciudad permanentemente nevada de la península de Anatolia, viejo escenario de su infancia, regresa el protagonista por motivos en principio periodísticos que acabarán por sumergirlo en la cruda realidad de la Turquía contemporánea, marcada por el enfrentamiento entre opuestos cada vez más irreconciliables como laicismo/ fanatismo religioso, vida/muerte o pasado/futuro.
Esta realidad tensa también afectará al protagonista, un escritor exiliado en Alemania que encarna a la perfección la asfixia por estar a caballo entre dos mundos siendo extranjero en ambos. En su regreso encontrará en el reencuentro con un antiguo amor una posibilidad de recuperar el equilibrio perdido y encontrarse, por fin, en casa.
Vidas individuales y sociedades enteras al borde de un abismo en un maravilloso (y triste) marco salido del bolígrafo, pluma o teclado de Orhan Pamuk, a quien no es difícil de reconocer en el escritor portagonista.
El título alude a lo único estable, la único que no puede ser estirado hasta la rotura por realidades polarizadas y enfrentadas. Aunque tampoco solucione demasiado.
Orhan Pamuk. Nieve (2001).
A una perdida ciudad permanentemente nevada de la península de Anatolia, viejo escenario de su infancia, regresa el protagonista por motivos en principio periodísticos que acabarán por sumergirlo en la cruda realidad de la Turquía contemporánea, marcada por el enfrentamiento entre opuestos cada vez más irreconciliables como laicismo/ fanatismo religioso, vida/muerte o pasado/futuro.
Esta realidad tensa también afectará al protagonista, un escritor exiliado en Alemania que encarna a la perfección la asfixia por estar a caballo entre dos mundos siendo extranjero en ambos. En su regreso encontrará en el reencuentro con un antiguo amor una posibilidad de recuperar el equilibrio perdido y encontrarse, por fin, en casa.
Vidas individuales y sociedades enteras al borde de un abismo en un maravilloso (y triste) marco salido del bolígrafo, pluma o teclado de Orhan Pamuk, a quien no es difícil de reconocer en el escritor portagonista.
El título alude a lo único estable, la único que no puede ser estirado hasta la rotura por realidades polarizadas y enfrentadas. Aunque tampoco solucione demasiado.
jueves, 4 de enero de 2007
Pórtico.
Comienza esta andadura bajo el techo de rinran. Aquí nos dedicaremos a las letras, mayúsculas o minúsculas, presentes o ausentes, recordadas u olvidadas, pronunciables o inefables, distantes o cercanas. Y también a la imagen, tratando a ambas de una manera democrática y superadora del "vale más una que mil de las otras."
Empecemos, pues.
Empecemos, pues.
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