jueves, 7 de junio de 2007

Espacios perdidos.

De 2666:

Las únicas salas de cine que cumplían una función, dijo Charly Cruz, eran las viejas, ¿las recuerdas?, esos teatros enormes que cuando se apagaban las luces a uno se le encogía el corazón. Esas salas estaban bien, eran los verdaderos cines, lo más parecido a una iglesia, techos altísimos, grandes cortinas rojo granate, columnas, pasillos con viejas alfombras desgastadas, palcos, localidades de platea y galería o gallinero, edificios construidos en los años en los que el cine todavía era una experiencia religiosa, cotidiana y sin embargo religiosa, y que poco a poco fueron demolidos para edificar bancos o supermercados o multicines. Hoy, le dijo Charly Cruz, apenas sobreviven unos pocos, hoy todos los cines son multicines, con pantallas pequeñas, espacio reducido, butacas comodísimas. En el espacio de una vieja sala de verdad caben siete salas reducidas de un multicine. O diez. O quince, depende. Y ya no hay experiencia abismal, no existe el vértigo antes del inicio de una película, ya nadie se siente solo en el interior de un multicine
(Roberto Bolaño)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y ese olor, ¿a qué huelen los cines...?
¿Alguien echará de menos el olor de los Yago? Alguien sí, supongo que sí.
(http://www.lavozdegalicia.es/ed_santiago/noticia.jsp?CAT=123&TEXTO=5804955)
(Tengo un post pendiente en percebes sobre esto)