miércoles, 6 de febrero de 2008

Los años de abundancia han pasado.


Así se titula originalmente la película alemana aquí traducida por Los edukadores, en la que dos amigos se dedican a entrar en las mansiones de los ricos para descolocar los objetos y dejar mensajes. No roban, desordenan. Con ese desorden pretenden revolver la conciencia de los poderosos a través de alterar su jaula de oro.
Todo se complica cuando se ven obligados a volver a una casa desordenada y se encuentran con el recién llegado propietario, a quien secuestran y llevan a una cabaña de la montaña, donde poco a poco se establece un magistral diálogo sobre la utopía entre la generación actual y aquella del mayo del 68 que ahora vive en mansiones de diseño y en coches de alta gama.
Por aquí la película pasó sin pena ni gloria, pero si tu videoclub es un poco amplio y decidió no traer la cuarta copia de Scream o de Too fast too furious, igual la tiene.
Por último, leo que el director quería hacer un película con un tono de humor, ya que una vez leyó que un niño sonríe de media 150 veces al día, un adulto 10.
Imprescindible. De verdad.

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